miércoles, 10 de enero de 2007

Jefferson Airplane - "Volunteers" (1969)


Jefferson Airplane, fue uno de los grupos precursores de la sicodelia americana y del llamado sonido de la costa oeste. Desde San Francisco, la ciudad que vio nacer y morir el movimiento hippie, hogar de tantos otros grupos míticos como Grateful Dead (con quienes compartieron hasta la casa), Quicksilver Messenger Service, Country Joe And The Fish, Big Brother and The Holding Company con Janis Joplin o Moby Grape, por nombrar sólo unos poquísimos, destino final de los escritores de la generación beat (al menos destino romántico), referencia mundial de la naciente cultura underground del momento, los Airplane ya habían alcanzado los tops de las listas de ventas con algunos singles como “White Rabbit” o “Somebody to Love”, y con su segundo álbum “Surrealistic Pillow” de 1967, con letras llenas de carga política y social. Pero es de su quinto disco de estudio, “Volunteers”, menos conocido (y menos reconocido) que el “Surrealistic Pillow”, del álbum que voy a hablar.

Situémonos: estamos a finales de 1969. Se acerca el fin de la breve era hippie, que, como animal mortalmente herido, exhala su último suspiro con más furia que nunca. La generación hippie comienza a sucumbir ante la entrada en escena de las drogas duras tras la ilegalización del LSD, con sus primeros muertos, a los embarazos no deseados fruto del reciente espíritu de libertad, al desencanto generalizado, y, queridos amigos, a la edad, a la que ya cantara Grace Slick en “Lather” (Jefferson Airplane, “Crown of Creation”).

En este marco, “Volunteers” se consolida como uno de los últimos coletazos serios del hippismo, estertor definitivo de la generación de las flores, y grito final de rebeldía en contra de lo (mal) establecido. Jefferson Airplane crean el que probablemente sea el disco más violentamente político de su carrera, arropados por la colaboración de Jerry Garcia (Greatful Dead), David Crosby (Byrds), Stephen Stills (Buffalo Springfield) y Nicky Hopkins (famoso pianista de estudio, quien tocó con casi todos los grandes, especialmente con los Stones). Es fácil darse cuenta de que este va a ser un álbum especial. Nos encontramos ante un disco distinto a los anteriores, con muchos más arreglos y con una mayor cohesión entre canciones, pero sin olvidar nunca esas guitarras tan ácidas que siempre les caracterizaron. Os invito a que dediquéis un buen rato a escuchar las letras. Desde el sonido más tradicional americano en “The Farm” o en “A Song For All Seasons”, pasando por la épica y antibélica “Wooden Ships” (que toman prestada de Crosby, Stills and Nash) en la que tras una guerra total, preguntan “Quién ganó?”, la ironía de “Good Shepperd”, o la inocencia perdida en “Eskimo Blue Day”, este disco resulta excepcional. Pero es con “Volunteers”, en la que llaman a la revolución (siempre pacífica) y, especialmente con “We can be together”, en donde se declaran “forajidos a los ojos de América” y en donde apelan a la unión colectiva para derribar los muros de la hipocresía por medio de su grito generacional Up against the wall, motherfucker!! , cuando te cercioras de que el animal herido es ahora más peligroso que nunca.

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