miércoles, 28 de febrero de 2007

DR. JOHN - "GRIS-GRIS" (1968)

Aunque el disco fue grabado en California, Mac Rebennack, quien se esconde tras el nombre de Dr. John, nace, se cría y desarrolla su faceta musical en Nueva Orleáns, donde trabaja durante años como multi-instrumentalista, músico de estudio y productor de innumerables grabaciones de los 50. Así que, al menos respecto al corazón y sentimientos, nos llega este “Gris gris” desde la Nueva Orleáns más profunda, cuna del jazz y lugar de fusión de las culturas americana, europea y africana.

Con aire de ritual africano y de voodoo, pero a su vez con esencias del R&B y del jazz, Dr. John nos arrastra en su viaje a través del Barrio Francés hasta las orillas del Missisipi, donde las tortuosas ramas cargadas de líquenes de los robles centenarios conforman un ambiente fantasmal.

Ya desde la primera canción, la hipnotizante “Gris gris gumbo ya ya”, eres consciente de que éste es un álbum para escucharlo sólo… y de noche. Este disco debería llevar una etiqueta que dijera PLAY IT ONLY AT MIDNIGHT. La presencia en todo el disco de las congas marcando ritmos africanos, las panderetas, mandolinas y flautas, se dejan oír ya desde este primer hechizo que abre el disco.

En la estremecedora “Danse Kalinda Ba Doom”, dominada por la mandolina y con una percusión que pone los pelos de punta, creeremos estar oyendo el anuncio de una profecía y percibiremos apasionados olores. En “Mama Roux” y “Jump Sturdy” ofrece su aire más festivo, con ciertos dejes funkies, apropiadas para disfrutarlas durante el mítico festival del Mardi Grass. “Danse Fambeaux” suena a conjuro de ultratumba, con silbidos y voces extrañas, y la mandolina otra vez marcando el ritmo de toda la canción, mientras que unos coros femeninos cantan como sirenas que te arrastran a la perdición, con el riesgo de quedar hipnotizado por la canción.

Pero quizá sea “Croker Courtbullion”, auténtica invocación voodoo, pesadilla de los pantanos, ensoñación retorcida, en la que nos parecerá escuchar cómo las espeluznantes y cautivadoras voces de las sirenas de las ciénagas pasan por entre los balcones de hierro forjado para colarse furtivamente en nuestros estómagos encogidos, creeremos estar oliendo el aroma de la comida criolla, veremos brujas y astutas gárgolas grises, y todo mientras las adivinadoras nos leen el futuro entre mendigos, borrachos, saltimbanquis y músicos de jazz y blues.

Cierra los ojos y te sentirás en medio de los pantanos infestados de alligators, serpientes venenosas y otras sabandijas. Ahora mezcla en tu mente las notas de este álbum con ancas de ranas de las ciénagas, dientes de alimaña, raíces de plantas cuyos nombres no conocemos y cualquier otro ingrediente que te sugiera la escucha de este disco, y habrás cocinado el sonido perfecto para una noche de Halloween. Y mejor sólo, que mal acompañado…